A veces el miedo no es suficiente.
Si dos se miran y se reconocen, el mundo cambia. La revolución de los afectos ya empezó. Se ha ido haciendo de pequeños abrazos. He tenido el privilegio de fisgonear a través de ventanas virtuales, de asistir al nacimiento de alianzas, redes; desencuentros y reconciliaciones. He tenido la suerte de abrazar a mis amigxs valientes. He asistido a aplausos, poemas, flores, pequeños incendios como grandes actos de amor.
El mundo cambia, porque nos reconocemos en los poemas y las flores, a pesar de las diferencias.
Una y otra vez he asistido a mi propio dolor, de estar lejos mientras temo que los otros se apaguen. Y es egoísta mi dolor, hecho del miedo para proteger a mis hijas que no puedo abrazar ahora, de confesiones ajenas que se leen como propias, de vergüenza.
Y sí, el miedo no es suficiente ante la posibilidad de la muerte de lxs otrxs. No es suficiente para acompañar a otrxs. El miedo paraliza, controla, aplasta, todo lo que pudiera decir. Y me callo, pero no puedo dormir, y vengo, escribo, enciendo una vela, para sentir que hago algo por mí, por ellas, por nosotrxs. Muriendo de miedo, pero mirándote a los ojos, todavía.
deber ser muy dificil estar tan lejos de ellas. Ojala que pronto cambia la situacion.