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  • Foto del escritorEilyn Lombard

Diario de las estaciones: abril, como si fuera marzo, o el año pasado

Actualizado: 20 may 2021


Anoche me despertó el choque de un carro frente a la casa. Eran las 4 de la mañana y mal dormí desde entonces. No hubo muertos, pero sentí muy cerca el miedo de la muerte. Es abril, y es primavera. Las estaciones se confunden mientras trato de sostenerme y a otrxs, ofreciendo mi abrazo y lo que tengo: preguntas, miedo, ganas de que todo cambie.


En medio del desvelo/pesadilla vi la cara sonriente siempre de una mujer a quien le son negados los derechos a la salud, vi a soldados disparando ¿flechas? ¿envenenadas? a una multitud, me vi parte de un grupo en el que compartíamos fotos donde la felicidad era azul celeste, rosa y blanco, y exigíamos todos los derechos para todas las personas, vi gente dejándose morir de hambre porque no los dejaban aplacar el hambre de los otrxs, vi a un actor cubano famoso vestido de militar preguntándome por qué quería ir a Cuba, para qué.


Es abril, y durante el último mes se me han ido agolpando pedazos de discusiones entre-vistas, de artículos leídos a medias, de fotos hermosas, de gente que quiero de lejos, sin que lo sepan, sin que sepa cómo decírselo.


El poeta ucraniano Ilya Kaminsky escribe en los estados unidos poemas que leo a mis amigxs, para que nos acompañen. Los poemas de Ana Portnoy y Raquel Salas me ayudan a entender la fundación de ese espacio otro, como proceso de resistencia que no es ni tiene un fin, sino que se entiende como proceso y, por tanto, en construcción. Ante la deportación o el exilio, y el miedo, la boca se me llena de palabras mágicas, como maracuyá y azafrán, y creo que escribo otra vez un poema, o lo intento, para regalar a las muchachas que no dejan regresar.


En otro lugar, un hombre pondera las bondades de McDonald, porque dice que alimenta a no sé cuántos millones de hambrientos. Unas mujeres ofenden a otras por declararse feministas, por enunciar que el capitalismo no puede ser el fin, que tiene que haber algo más, que hay que seguir cambiando el mundo. En otra parte, escucho a algunos querer regresar a un grupo de leyes establecidas en 1940, hace casi cien años: regresar al pasado. Mientras, sigo mirando a Puerto Rico, a la posibilidad de reunir fuerzas y construir algo juntxs. Es lento, lleva años, lleva la vida, cada día de leer, discutir, sembrar, cosechar, cantar y amar. Una vez estuve en una isla, fuera de la isla, donde eso parecía posible.



Jornada de Paz y arte dedicada a John Lennon, en la Isla de Pinos

(foto tomada del Facebook de Leonid Ávila)



Un amigo me dijo, hace un tiempo, hay cosas que puedes hacer: hablar sobre las ideologías, educar a la gente. Yo no sé si puedo hacer eso, si es una responsabilidad que me supera. Enseñar. En una clase de español para estadounidenses, decidí que leyéramos sobre identidades de género, lenguaje inclusivo y no binario, feminismos, derechos, luchas, el futuro, la ecología. Nunca me habían dado las gracias tantas veces, nunca había leído textos (mal) escritos en español tan hermosamente sinceros. No les enseño, estamos aprendiendo, juntxs, a nombrarnos.


Cuba se teje con mensajes de voz de mis hijas; flores desde la muerte; una muchacha con la piel llena de flores en la ciudad más triste; estados de wsp pidiendo u ofreciendo medicinas y amor; una amiga subiendo montañas en Chile para mirar desde allí, el cielo; otro amigo acumulando espejuelos y dibujando tazas y fragmentos de papel para que guarde en mis libros; otra muchacha diciendo que solo el amor y la poesía; y otra muchacha dibujándole estrellas al cielo para que nos vista mejor...


Es abril, y primavera, como si fuera marzo, o enero, o el año pasado. Son las 11 y media de la noche, y no he dormido, o no he despertado, desde que regresé de Cuba, o desde que vine por primera vez. Pero también, estoy más despierta que antes, que nunca. Creo, fervorosamente, que la re-enunciación de los lugares donde estoy y estuve, la re-significación de los nombres y amores y dolores y miedos, permite fundar nuevos espacios de cuidados colectivos. Nuevos, diferentes, otros. Creo, que solo nombrar las cosas las ubica, las pone en un lugar, y que en ese ejercicio de resistencia que se reformula una y otra vez, pueden validarse luchas plurales, diversas, irreconciliables.







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