estar en la habana, que no es la misma.
estar con las hijas, que no son las mismas. mirarme en los espejos de las tiendas donde me buscaba mientras corría de un trabajo a otro. ni los espejos son los mismos, ni yo.
el regreso parcial, dos meses, a la ciudad donde siempre quise vivir, y viví poco más de un año, antes de irme al pueblito del otro país donde he encontrado una ilusión de pueblo y casa; el regreso, decía, a pesar de saberlo efímero, ha coincidido con la constatación de un dolor y miedo más profundos de los que creí encontrar. pero también con una fuerza y voluntad de libertades que no esperaba.
los primeros días fueron de un encierro casi parcial, de incomprensiones y de seguir rabiosamente, desde Facebook, que a mi pesar re abrí, lo que pasaba.
los últimos días, mientras oía-leía, (incluso vi, de pasada) sobre la ciudad sitiada, regresaron unas pústulas, a recordarme la fragilidad fortaleza de mi cuerpo piel.
las pústulas te recuerdan cuanto de podrido y miedo habita una parte de ti. el cuerpo, como siempre, es también las líneas que de vidas anteriores quedan, las líneas de las vidas que crecen a tu lado, y es las ciudades que guardas, el país.
la piel se fue abultando, luego de la felicidad de lo posible-imposible, con el miedo y la rabia. vi crecer una hija, preguntando y entendiendo más rápido de lo que yo he ido entendiendo, cuáles son las verdades. la inocencia política de una hija es más consistente que todos mis miedos. la inocencia, cuando viene con certezas como el amor, debería ser un arma indestructible. Alejandra quiere ver a Katherine, ella no ha hecho nada, solo defender lo que piensa.
la piel se fue abultando, con todo lo miserable que guardamos. y explotó. ahora drena. el miedo también. yo sé que no se va a ir del todo, el miedo. sé que quedarán cicatrices, que han cambiado para siempre los colores de mi piel, a morado, a rosa, a blancuzco, y que cierta dureza permanecerá bajo una capa más fina, casi traslúcida. así ha quedado todo, también la ciudad cambió sus colores y su piel. y el país?
algunos no cambian, es cierto. y otros tenemos miedo.
las revoluciones son procesos de comprensión de los propios miedos, de las diferencias, de los sueños propios y ajenos. las revoluciones son caminos, drenaje, desmayos, reconfiguraciones, cicatrices, posibilidades.
me pica la piel, que sana, porque siempre hay una posibilidad para sanar.
Amiga, me has hecho llorar, medular y sentido texto. Un abrazo desde la distancia.